La tata en casa
Capítulo 1
Cuando nacemos.
Quién no recuerda el día que nació… Pues yo. Por esta razón me hacen gracia todos esos estudios que “demuestran” que a los niños desde que nacen el entorno les condiciona. En parte estoy de acuerdo con ellos, pero sólo en parte. Mis recuerdos no llegan tan lejos como para saber si el frio del quirófano en donde nací ha condicionado que yo en pleno mes de agosto, en la sierra, me tape con una mantita cuando estoy en el sofá, o que el hecho de que mi madre no me diera el pecho a favorecido en mi la preferencia de un buen vaso de leche en lugar de dos pechugas.
De lo que sí estoy totalmente segura es que a lo largo de la vida hay frases míticas que dependiendo de cómo, dónde y quién las digan nos van a influir en nuestras conductas y van a forjar nuestra personalidad. Por esta razón hay que tener especial cuidado con las cosas que les decimos a nuestros hijos y cómo las decimos.
Nada más asomar la cabeza por el chochete de mi madre oí una de las grandes frases de mi vida: ES UNA NIÑA. Esta frase me ha perseguido para lo bueno y para lo malo. No me entendáis mal, no quiero parecer ni machista ni feminista, pero lo que sí es seguro es que por el hecho de ser mujer mi rumbo ha tomado una dirección totalmente contraria a si hubiera nacido hombre. Desde ese momento mi habitación fue rosa, mis sabanas fueron rosas, mis vestiditos… rosas, vamos un mundo de algodón de azúcar. Todavía me imagino a mi tía diciendo: “le he comprado unos patucos rosas como es niña” pues la pantera rosa también era rosa y tenía una pedazo de cola que no veas.
Yo me pregunto que habría pasado si la primera frase que el médico hubiera dicho no fuera esa. Por eso desde aquí quiero hacer un llamamiento a todos esos médicos, matronas, enfermeros y demás personal presente en el paritorio que elijan muy bien lo primero que van a decir, cuidadito con: “Qué bebé más feo” o “Es igual que su padre”. Yo era un bebé pequeño, calvete, arrugado y algo feíllo. Por eso estaba acojonada, no quería ver a mi padre, me imaginaba a un ser parecido a ET. Pero cuando lo vi supe que no tenía que hacer caso a la gente, aunque hoy en día mi padre es bajito, calvete lleno de arrugas y algo feíllo.
La segunda gran frase que ha condicionado mi vida la dijo mi hermano “El tate” que así es como yo le llamo. Mis padres le dieron el gran poder de ponerme el nombre y desde aquí le doy las gracias porque podía haber abierto la boca y decir: “SE VA A LLAMAR PENELOPE”, y ya sabemos todos la extraña manía que tiene la gente de llamar a los niños por su abreviatura.
A todos aquellos padres que vayan a tener un bebé y ya tengan un hijo les recomiendo que no le den la opción de que sea él quien elija el nombre, porque hay tates buenos y tates cabrones. La elección del nombre es un hecho muy importante y no se puede dejar en manos de un niño de 4 años si no quieres que tu hijo se llame toda la vida por su abreviatura (Cipri) o que tu hijo sea la rima favorita de los niños cuando el profe pase lista. Por esta razón aquí van una serie de nombres que es mejor no poner: Mariano, Agapito, Dominga, Ramona, Vanessa, Carlos o Lucas. Pero, ¿qué le pasa a la gente?, ¿por qué dejan esa elección a un niño que ni si quiera sabe atarse los zapatos, que todavía se come los mocos?, literalmente. Es como si ponemos en el gobierno a una panda de monos para que tomen las decisiones más importantes, como es gracioso. Ahora que pienso ese ha sido un mal ejemplo porque hay monos realmente listos.
Repetid todos conmigo: “Mi hijo de 3 años NO tomará las decisiones importantes de mi vida.”
En este punto alguno habrá pensado pero quién es capaz de dejar que su hijo elija por él. Al finalizar esta guía nos daremos cuenta que más gente de la que pensamos incluidos nosotros mismos en algún momento de nuestras vidas. Y si no me creéis aquí va un avance de las cosas que día a día tu hijo decide por ti sin ni si quiera darte cuenta:
- ¿Qué hago para comer hoy: macarrones con tomate o fabes con almejas?
- Me encantaría ir al cine pero creo que prefiero estar sentada en un banco pasando frio en el parque.
- ¿Quedo para tomar un café con el tío bueno del gim o con las mamás del cole?
- ¿Me pongo los taconazos o mejor las zapatillas? No me veo corriendo en el parque tras mi hijo con tacones.
- Esta noche nos quedamos viendo una peli. Mejor aprovechamos para dormir no sea que se despierte pronto.
Estos son una mínima parte de los ejemplos que podríamos encontrar. Seguro que si os paráis a pensar os daréis cuenta que vuestro hijo ha manejado vuestra vida desde el mismo momento de nacer. Y es que nuestro primer gran error es subestimar al bebé. SOLO ES UN BEBÉ. Cuántas veces habré escuchado esto, lo que los papás primerizos no saben es que tras esa carita tan adorable y esos mofletitos rechonchos se esconde una verdadera máquina de destrucción masiva. Si Hitler hubiera descubierto esto las SS serían miles de mujeres buenorras que se acostarían con los soldados aliados y a los cuales reclamarían la paternidad y con tres noches sin dormir pues problema resuelto y guerra ganada. Porque no hay arma tan mortal como un bebé llorando a las 4 de la mañana, y es que cuando nos tocan el sueño estamos perdidos. Pero de este tema ya hablaremos largo y tendido en otro capítulo.
El bebé, pobrecito, tan pequeño tan indefenso pero yo he visto a hombres con espaldas como armarios empotrados salir corriendo, pálidos, mareados y casi llorando cuando le estaban quitando el pañal a su hijo. No volváis a subestimar el poder de un niño. NUNCA.
Ser padres primerizos es muy jodido, perdón por la expresión, y es que hacemos un montón de gilipolleces cuando somos padres, antes de serlo también, pero la diferencia es que esas gilipolleces sólo nos afectan a nosotros. Una vez que decidimos ser padres nuestras actuaciones repercuten en futuras pequeñas personitas. Yo creo que en el instituto debería haber una asignatura que te enseñara cómo ser un buen padre, que te preparara para todos esos grandes momentos que vas a tener que vivir y te enseñara a cómo no meter la pata. Si yo fuera uno de los profesores de esa asignatura llamémosla “Más vale prevenir que no vivir”, la primera lección que daría se titularía “No hagas caso de los consejos de nadie porque nadie es perfecto”. El título es un poco largo pero en él se esconde toda la esencia de esa primera lección.
Desde el primer momento que nace tu hijo la gente que tienes alrededor se creen con el derecho y la obligación de tener que opinar, opina tu madre, tu suegra, tu padre ( que hasta ese día no tenía ni idea de lo que era un bebé porque cuántas veces abras oído decir a tu madre que te había criado sin ayuda porque tu padre trabajaba y eran otros tiempos), tus amigos ( siempre está ese amigo majete que te dice – bienvenido al club de los sonámbulos) e incluso opina la mujer que limpia la habitación del hospital. Yo creo que cuando esa señora te dice: Pues yo a mi hijo le ponía boca abajo para que sacara los gases. En ese momento es cuando tu radar se tiene que accionar y gritarte: Alarma, alarma no hagas caso a nadie. Aunque he de reconocer que si no fuera por las opiniones de todas esas personas este primer capítulo quedaría muy pobre porque muchas de las frases que nos condicionan para actuar de una u otra forma las escuchamos en los primeros meses de vida. Las escuchan los padres primerizos y las escuchan esos adorables bebés.
Quiero analizar con vosotros algunos ejemplos de las perlitas que nos dejan los que incansablemente vienen día tras día a visitar al recién nacido y ya de paso a pasar la tarde.
He escuchado muchas pero sin duda la mejor y con la que yo me quedaría es “¿Pero que te ha hecho mamá , que mala que es?. En ese momento a mi me dan unas ganas terribles de echar a esa persona de mi casa, pero que se cree que está haciendo poniéndome en contra a mi hijo, y si no la echo de mi casa es simplemente porque es mi madre. ¡Ay las abuelas!, ese es otro tema a parte pero la mayoría de las frases fabulosas las dicen ellas.
Otro ejemplo de frase que los bebés oyen una media de 5 ó 6 veces al día es “¿Ha echado bien los gases?”. Mi madre me contó una vez que mi hermano se llevó un collejón porque le pilló bebiendo la leche a morro del cartón y que después se llevó otro por eructar. Mi hermano del primero no se quejó pero del segundo sí, diciendo: - ¿ y porque mi hermana tiene que eructar después de beber la leche y yo no?. Dónde se aprende a qué edad uno deja de poder hacer ciertas cosas en público porque están mal vistas. Si las hace un niño es gracioso e incluso tierno pero si lo hace un tío de pelo en el pecho es un auténtico cerdo. Y es que hay que ver que ganas le pone la gente y cuanto deseo por ser el elegido para expulsarle los gases al bebé, yo no entiendo por qué la gente no pone el mismo ímpetu cuando se trata de sacarle los gases a cualquier macho ibérico después de comerse un cocido.
Otro ejemplo de contradicción es que cuando tenemos una hija estamos deseando ponerle los pendientes pero sin embargo cuando un día nos viene con un pircing en el ombligo la castigamos dos meses sin salir.
Todas estas contradicciones hacen que nuestros hijos crezcan sin saber muy bien cómo deben actuar y pensando que si se equivocan a la hora de decidir les pueden llover collejas.
Pero sigamos analizando algunas frases que oímos en los primeros meses de vida de nuestro hijo, aunque la frase que viene a continuación la seguiremos escuchando e incluso la diremos nosotros durante toda la vida de nuestros hijos: Te toca a ti. ¿Cómo es posible que estas 4 palabras puedan darnos tantos problemas y sufrimiento? Vamos a poner algunos ejemplos de momentos en que utilizamos esta frase:
- Son las 3:00h de la mañana y el bebé llora, de pronto se escucha: Te toca a ti.
- Son las 10:00h de la mañana de un precioso sábado, el bebé ha hecho unos extraños ruiditos e intuimos que hay que cambiarle el pañal. Te toca a ti.
- Las 13:00h de ese mismo sábado, hora de comer, el puré se ha quedado con algunos grumillos y tu bebé acaba de aprender a hacer pedorretas. Te toca a ti.
- Después de la ducha y tras quitarte del pelo todo el puré de pollo oyes al tierno pequeñajo que ya se ha despertado de su siesta y también oyes: Te toca a ti.
- Es un precioso día de sábado y decides salir a dar una vuelta no sin antes cambiar de ropa al bebé porque parece ser que la papilla de frutas le ha sentado mal. Tu cónyuge está ocupado y te toca a ti.
- Tras un corto paseíto por el parque es hora del baño del pequeño y otra vez te toca a ti porque en el reparto de tareas te ha vuelto a tocar.
- Por fin un momento de tranquilidad en el sofá pero dura muy poco porque el peque ya se ha terminado su biberón y hay que cambiarle de nuevo los apestosos pañales. Desde la cocina oyes una voz enfurecida y gritona: Esta vez te toca a ti, que te pasas todo el día tirado en el sofá.
- Ese, no tan precioso, sábado llega a su fin y decides irte a dormir pero a las 5:00h de la mañana vuelves a oír la misma cantinela: Te toca a ti.
Es o no es una frase insufrible. Tener mucho cuidadito con hacer que una simple frase de 4 palabras se vuelva repetitiva porque pueda acabar siendo tu peor enemigo.
Otra de las frases que no nos cansamos de repetir durante los primeros años como padres y que también nos causa un gran sufrimiento, sobre todo a nuestro bolsillo es: “Se lo voy a comprar.” Esta frase también es otro ejemplo de contradicción porque los padres sólo les compramos lo que nosotros queremos no lo que nuestros hijos piden. Es más, yo he visto a niños con sus papás por el centro comercial gritando, pataleando e implorando que les compren un juguete y sus papás como buenos machos alfas de la manada no ceder, y al rato cuando el cachorro ya sabe que no tiene nada que hacer es el mismo macho alfa el que le muestra a su cría otro juguete similar al anterior y decide que se lo va a comprar. ¿Por qué ese sí y el otro no? Por joder, por demostrar su fuerza, su poder de resistencia, porque el segundo juguete es el que al macho alfa le gusta y le hace ilusión.
Al bebé le compramos de todo, es inevitable, vamos paseando por las tiendas y nos volvemos locos con la ropita, los zapatitos, juguetes, accesorios… Cada 2 meses estrena zapatos nuevos, por esos no es de extrañar que cuando cumple los 18 años cada dos meses nos pida las últimas zapatillas que están de moda. Y lo justo sería dárselo.
Tal vez en estos tiempos abusemos del consumismo, ahora los bebés tienen una media de 15 bodys, 10 trajecitos y 8 zapatos y eso sólo en el primer mes. Muchos de estos caprichos son regalos de las visitas, pero siempre los padres caen en la tentación de seguir comprando. Cuántas veces he escuchado a mi suegra contarme que cuando nació mi marido se apañaba con un par de gasas y dos trajecitos. Yo aquí no quiero tampoco excederme pero es que en la época de mi suegra la leche se bebía de la misma teta de la vaca, quiero puntualizar que mis suegros son de un pueblo de la Alcarria y que vinieron a la capital después de su boda. El día que aluciné fue cuando la pille lavando un body de 3 euros a mano en la pila de mi casa, frotando y frotando con tanta fuerza para que se quitaran esas marcas amarillitas. Le costó un poco pero al final comprendió que no he pagado una lavadora de 300 euros para tener que frotar la ropa como antaño, y muchos menos por un body cuando en el cajón tengo 15 más y el mes que viene ni siquiera le va a valer.
La sociedad evoluciona y las ideas y formas de ver las cosas también, pero algunos padres se quedan estancados en los años 60. Se excusan con las frases: Mi mamá lo hacía así… o A mi me lo hacían mis padres…Creo que muchos de los padres primerizos se agarran a estas ideas como un clavo ardiendo y desde aquí quiero hacer una pequeña reflexión:
1ª Hace 30 años desde que te lo hicieron a ti y tú eras un bebé. ¿Seguro que fue así? ¡Qué buena memoria tienes tú y tus padres!
2º La mayoría de los padres nunca admitimos que nos hemos equivocado por lo tanto tú has crecido creyendo que lo que tus padres hacían era lo correcto.
3º No creo que tus recuerdos sean tan precisos y capaces de calcular el espacio- tiempo. Piensa esto cuando decidas que tu hijo se quede sentado hasta que se coma las lentejas. Lo que a ti en su día te parecieron horas y horas para tus padres eran sólo minutos.
En otra de las cosas que no hemos evolucionado e incluso nos hemos vuelto más tiquismiquis es en la higiene de nuestro bebé. He oído decir lávale con jabón casero que es más sano tantas veces que he perdido la cuenta y lava la ropita con jabón lagarto otras tantas. Que no hace falta, de verdad, que existen detergentes y jabones muy buenos en el mercado, que antes sólo había dos productos, el que hacías en casa y el que sólo podían comprar los ricos, y nadie quería admitir que no tenía ni un duro para comprar jabón, por eso se hacía en casa. Yo creo que muchas de las alergias tópicas que se producen en los bebés es debido a un exceso de pulcritud, cuando yo era pequeña nos pasábamos todo el día en la calle tirados por el suelo, cuando llegábamos a casa nos metían a mi hermano y a mí en la bañera (para ahorrar agua) y el agua acababa negra. De todas formas con este tema también hay algunas contradicciones cuando se trata del bebé. Nos pasamos todo el día diciendo que no se ensucie, que no se meta las manos sucias a la boca, cambiándoles de ropa si se han manchado un poquito y después a la primera de cambio ves como va por toda la casa con el chupete a rastras para a continuación llevárselo a la boca. Y si es en casa no vamos tan mal lo peor es cuando estamos en el parque y el niño se lleva las manos y el chupete lleno de arena a la boca. Pero cuando esto ocurre siempre está la famosa frase que justifica el despiste de los tiquismiquis: “Mierda que no mata engorda,” ahora sé porque hay tanta obesidad infantil en nuestro país.
Con respecto a este tema también hay otras dos frases que creo que deberíamos de evitar decirlas son: “no le des besos en las manos que luego se las chupa y que no te chupe la cara.” Pues yo desde aquí quiero explicar mi desacuerdo, las muestras de cariño nunca se deben coaccionar y además mierda que no mata engorda y no dicen que el bebé cuanto más rechoncho más guapo, pues eso, a dar besos y achuchones.
Cuando eres un niño no te toman en cuenta, bueno hoy en día tampoco es que se te tome mucho en cuenta pero algo hemos avanzado. Los adultos se creen con el poder y el derecho de decidir por ellos. Por eso entiendo a los niños, en cuanto tienen la posibilidad se rebelan y toman el mando. Es más divertido ser rey que plebeyo. Durante el primer año de vida los padres todavía pueden tomar las riendas pero poco a poco van perdiendo credibilidad. Yo puedo calcular el momento preciso cuando perdemos las riendas de nuestra vida y pasamos a depender de un come mocos, ese momento viene marcado por otra inolvidable frase: “PERO QUE LISTO QUE ERES”. Esta frase es como las espinacas para Popeye en cuanto el niño la oye se hace más fuerte. En ese preciso instante la vida de tu hijo girará en torno a cómo conseguir ser más fuerte y listo que tú. Ese es su UNICO objetivo y normalmente lo consigue.
Para finalizar este capítulo quiero que hagamos una pequeña reflexión y que analicemos qué es lo que hemos aprendido:
“No importa lo mucho que nos lo implore, ni cuanto llore, se tire al suelo y patalee, nuestro hijo de 4 años no está preparado para elegir el nombre de su hermanito, porque puede ser un tate cabrón.”
